Presentar a bandas como Inferno, Anghelis o Misterio junto a los renombrados Anabantha no fue una idea del todo buena. Primero que todo, revisando los MySpace y las reseñas de otras webs de estas bandas nos topamos con la definición de sus estilos: tenemos así algo llamado Dark Emo Metal (?) o "la nueva sangre del metal local" Y el que Anabantha se promocione como "Metal Gótico" no quiere decir que es una excelente idea juntar bandas metaleras en cuyas canciones predomine el "screamo" como entrada para un plato fuerte mélodico sentimental. Esto no quiere decir de que las bandas nombradas no hayan hecho un buen performance.

Sobre todo porque aún en Guayaquil hay ese sentimiento despectivo y complejos de superioridad entre los "heavy metaleros" y los llamados "góticos", como se pudo evidenciar de parte del vocalista de Inferno que tuvo el valor de decir "Vamos, muévanse, o es que el gótico los tiene muy tiesos?" No podemos culpar al hombre, al ver que su banda no transmitía ninguna emoción de parte de los asistentes que estaban allí para escuchar algo más suave y depresivo.



Lo que no sucedió con Libelula, una banda que, a pesar de cantar las mismas melodías (y cuyas canciones tienen todas un sonido muy similar y monótono) definitivamente llamaba la atención por la actitud cariñosa y perturbante de su vocalista Gustavo García hacia los demás miembros de la banda. La música de Libelula juguetea entre la depresión y el screamo de una manera que es aplaudible. Es una banda a la que da gusto ver y escuchar.

El retorno de Amghelis a los escenarios se retrasó por problemas técnicos de la banda (olvidarse los platillos, vamos!) Da gusto ver que una banda apueste por poner como frontwoman a una chica tan petite como Vanessa Cordova, cuyo registro de voz para cantar de una manera tan brutal contrasta con la figura de niña inocente. Sus entradas y salidas fueron acertadas, pero entre canción y canción le faltó sólo un poquito de interacción con el público. A ratos me hacía pensar que cantaba para los "panas" (tomadlo como una crítica constructiva)


La actuación de Misterio fue la más larga de toda la noche, lo que me hizo pensar: ¿Vine al concierto de Anabantha o al concierto de Misterio? Como dice el viejo adagio "Siempre se sabe donde está la familia" y es que al parecer esta banda tiene sus seguidores, o al menos eso pudimos notar desde donde nos encontrábamos, pues un gran conglomerado de personas se mostraban muy emocionadas por su música.

Finalmente, llegó Anabantha, que desde la entrada fue recibido por los aplausos de quienes lograron verlos. Su presentación no fue tan extensa como en la capital, en parte por el calor infernal que nos brindaba el minúsculo y deplorable local. Sin embargo atraparon al público con: Desesperanza, Vampiro, Sangre, Escaparé de tus recuerdos, El Altar de Pasiones Desoladoras, Plegarias, Poema 20, Agua Sexual, Hojas Secas, Espasmos de Veneno y su final con Deja Vu.

La presentación de Anabantha en Guayaquil fue más esperada que el eclipse lunar, y, al igual que este, no volveremos a ser testigos de este fenómeno, no en este siglo... Definitivamente, falta mucho por aprender en Guayaquil en lo que respecta a la escena rockera local.